- Capacidad de cómputo: Servidores y Software
base necesario para instalar y ejecutar las aplicaciones. Debería haber varias "tallas" de máquinas y con diferentes sistemas operativos disponibles. También debe ser posible el dimensionamiento más o menos automático.
- Almacenamiento: Almacenaje de ficheros digitales (imágenes, documentos de texto, vídeo, …)
y con diferentes rendimientos. No es lo mismo almacenar logs de aplicaciones que probablemente nunca vamos a consultar que vídeos accedidos por nuestros usuarios.
- Seguridad de red y al balanceo de carga: Debe ser posible hacer
segmentación de redes y distribución de la carga entre los distintos
segmentos. Es decir, es responsabilidad nuestra diseñar la topología de red en una cloud (aunque sea pública) y por lo tanto debe ser posible hacerlo.
- Servicios gestionados: La cloud pública debe permitir centrarse en labores propias de nuestro negocio dejando el "heavy lifting" para sus técnicos. Es decir la administración y operación de las infraestructuras y software (backups, incidencias en infraestructura, etc...) debe ser posible delegarlo en el proveedor.
- Despliegue y versionado de aplicaciones: Al final, lo que casi siempre va a pasar es que necesitemos desplegar nuestras aplicaciones en la nube. El servicio en cloud deberá disponer de herramientas que faciliten el desarrollo y el despliegue de aplicaciones en la nube.
Hay muchas más cosas pero teniendo en cuenta estos puntos tan simples podemos ir profundizando en qué nos ofrece cada proveedor de cloud.