No hago más que escuchar por la radio a los tertulianos hablar de que uno de los principales problemas de la economía es la falta de productividad y que lo que hay que hacer es orientarse a la economía del conocimiento usando la tecnología para aportar valor.
No voy a decir yo que estén equivocados, muy al contrario, seguramente tengan razón. Ahora bien, lo de mirar a la tecnología como si fuera la panacea tiene sus riesgos. De hecho, si la implantación de cualquier herramienta tecnológica no se hace acompañada de cambios en la estructura y en los procesos puede resultar un lastre más que una ayuda. Esto que puede parecer de perogrullo, muchas veces no se entiende o no se tiene tan claro y se desarrollan sistemas o se implantan herramientas que lo único que hacen es repetir lo que ya se estaba haciendo pero de otra manera aportando, en el mejor de los casos, un valor mínimo. ¿Y esto por qué?, por que tenemos interiorizado el mantra de que la tecnología es la solución a todo y no nos damos cuenta de que la tecnología puede ser el camino pero nunca debería ser la meta.
Os dejo un enlace a un discurso bastante ilustrativo al respecto que dio el presidente de la multinacional Diageo (sector bebidas) en una conferencia sobre los Desafíos de la gestión tecnológica.